Ha pasado San Valentín y no paro de observar dolor y frustración a mi alrededor en torno a esta fecha… proyecciones de sueños no cumplidos y la sensación de que algo falla conmigo, algo no está bien conmigo…debo de tener una tara porque mi vida no se ajusta al modelo que promueve Cupido con su flechazo de unión indisoluble que transporta a dos personas a la suprema felicidad….

En fin, personalmente hace años que deje de creerme que alguien podía venir a salvarme y a hacerme feliz…hace años que se me cayó el mito del príncipe y la princesa…hace años que decidí autoresponsabilizarme de mi felicidad y paradójicamente soy mucho más feliz que antes.

Recuerdo los San Valentines de mi adolescencia, cuando esperaba que algún chico me regalase una rosa, o una caja de bombones o una carta de amor… esperaba nerviosa a que esto ocurriera… pero nunca llegaba ese momento…no había rosa, ni carta, ni bombones…ni viaje romántico ni nada que se le pareciera…. Y yo pensaba que hacía algo mal, que tenía que mejorar, que tenía que cambiar para llegar a conseguirlo.

Luego ya hubo San Valentines con novio, en este caso si había rosa y cena, y hasta tarta… pero era un poco forzado, ¿no? Era como que tocaba…no lo recuerdo como un momento feliz.

En una ocasión salí con un rico en San Valentín que me llevo en limusina y se gasto un pastón en la cena y hotel…Tampoco lo recuerdo como algo entrañable o memorable….

El San Valentín que nunca se me olvidará es el de hace dos años, fue romántico, había flores y bombones, estaba yo en pleno idilio amoroso sentimental, pero sobretodo fue especial porque ese día me despidieron después de años de trabajo en una de las multinacionales farmacéuticas más poderosas del mundo. Estaba asustada ante el salto al vacío pero llena de esperanza ante la idea de dejar ese entorno y plenamente conocedora de que yo había deseado y creado ese despido. Sin duda fue un acto de amor, un acto de amor de la vida hacía mí, o de mi hacía mi vida.

Y esa es mi propuesta para San Valentín, ahora reinventada como coach de relaciones de pareja, ahora que escucho mi corazón, ahora que me permito ser quien soy y sentir pasión por mi trabajo, ahora que sueño despierta todos los días. Ahora que realmente he aprendido a amarme y ayudo a otros a hacerlo consigo mismos, mi propuesta para San Valentín es que te enamores de ti mismo, que escuches a tu corazón y te permitas ser quien eres.

Que no esperes que nadie venga a salvarte o que un trabajo venga a hacerte feliz, que no te sientas mal porque en tu San Valentín no hay rosas ni bombones, porque el único que tiene que estar presente en san Valentín es tu amor propio, tu autoestima y tu aceptación plena de quien eres y todo lo demás vendrá por añadidura. Es decir, que te ames plenamente, que aproveches esta fecha para no esperar nada de nadie y cuidarte, aceptarte, escucharte y respetarte.

Siempre estamos buscando fuera, que nos quieran, que nos reconozcan, que nos acepten, que nos escuchen…. Y fuera no vamos a encontrar nada de nada…. Mientras estemos esperando fuera estamos vendidos…

Está mañana sin ir más lejos impartí una sesión de coaching a un cliente, fue muy potente, muy transformadora y sanadora.

Al finalizar estábamos los dos agotados y me falló el siguiente cliente, así que aproveché para irme con el primer cliente a tomarme un café. En la cafetería nos relajamos y le conté mis historias y charlamos animada y distendidamente, dejando atrás el dolor que habíamos transmutado en la sesión. Mi cliente se marchó porque tenía que irse y yo me quedé un rato más tomando tranquila mi café.

Se me acercó el hombre de la mesa de al lado y me dijo.

Hola yo también soy terapeuta ¿es tu paciente?

Pensé en contestarle no mi cliente, no me gusta nada denominar a los clientes pacientes, como hace la psicología, como si ellos tuvieran un problema… para el coaching son clientes es decir individuos plenos, provistos de recursos, que pueden con todo! Pero le dije que si.

Me contestó: te he estado observando, no podía escucharte pero te he visto y no le has escuchado, has estado hablando tu. Que poca profesionalidad, vaya ego…

Y cuando le iba a responder: no, si ya habíamos acabado, estábamos charlando, la sesión había tenido lugar en otro sitio…. No me dejó hacerlo, se dio la vuelta y se fue.

Me quedé un poco hecha polvo la verdad, un ataque así a mi profesionalidad de forma tan gratuita, sin conocerme, sin conocer mi trabajo en la sesión y sin haber ni siquiera escuchado nuestra conversación… en fin… me jodía…

A la media hora me escribía mi cliente: Me ha sabido muy mal dejarte en el café, no me hubiera ido si no tuviera un compromiso. Gracias mil, por tantas cosas, por tu trabajo y por tu alegría. De corazón, si algo tengo que decir es que hoy salvaste una vida. Por favor no cambies y sigue así. Gracias.

Volví a sentirme bien… y comencé a reflexionar acerca de ello. En realidad mi autoestima no podía estar ni en el reconocimiento del cliente agradecido, ni en las pestes del terapeuta que me desaprobó…. En realidad mi autoestima no puede estar en el hecho de que me regalen rosas por San Valentín, ni en el hecho de que no tenga pareja….

Siempre estamos buscando la aprobación, externa y el reconocimiento ajeno… nos desvivimos en  esa búsqueda de aceptación, inconscientes del desgaste que eso supone y de que estamos cediendo nuestro poder… No escuchamos nuestras necesidades cuando no nos apetece quedar con un amigo o simplemente no tenemos ganas de escucharle… eso si, reprobamos la actitud de nuestros amigos el día que no nos hacen caso, sin darnos cuenta de que se están escuchando y amando, cuando deciden no hacernos caso sencillamente porque no les apetece, están atendiendo sus necesidades que es el primer paso para aprender a amarnos.

Nuestro estado de ánimo cambia cuando nos ponen medallas y se hunde cuando nos critican… es agotador ¿verdad?  Nuestra felicidad no puede depender ni de lo uno, ni de lo otro.

Estamos siempre tratando de mejorar o de cambiar en la búsqueda de aceptación y reconocimiento, inconscientes de que vivimos en una mundo en el que los egos se van a proyectar y te van a juzgar hagas lo que hagas… así que no esperes nada, no dependas de nadie y que te la sude lo que los demás digan de ti, siempre va a haber alguien que te juzgue y te critique incluso en tus actos más amorosos y extraordinarios…. Así que no dependas de la opinión de nadie.

Especialmente porque mientras nos estamos preguntando si lo hago bien y que cosas tengo que mejorar nos volvemos títeres en manos de las opiniones de los demás y adicionalmente no nos estamos aceptando ni amando.

Por eso mi propuesta para San Valentín es que te enamores de ti y si te enamoras de ti, el mundo lo hará a su vez y tu pareja no podrá evitarlo y si no la hay aparecerá.

Enamórate de ti: acéptate plenamente con tu ego, con tus luces y con tus sombras, amate cuando la cagas

¿Conoces a alguien que no la cague?

Y sobre todo no esperes nada de San Valentín, es la ocasión ideal para enamorarte de ti, desde la aceptación plena de quien eres.

Ámate, permítete ser tú y brilla.

Adicionalmente hasta que no hayas aprendido a amarte a ti mismo no serás capaz de realmente amar a nadie.

Leave a comment